El viernes, 30 de marzo comenzaría unas deseadas vacaciones. Me iría a un parador lejano, cerca del cielo, y me dedicaría a trabajar en una tesis de maestría que tengo en agenda. Sin embargo, el Estado Libre Asociado y sus leyes tendrían otros planes.
Cuando el reloj marcaba las 5:15 p. m., recibí una llamada que lo cambió todo. Levanté el auricular; era la recepcionista de mi trabajo. Con su voz 1-900, me susurró lo siguiente:
—Alexandra...mmm... sí... tienes a la alguacil Marrero en línea 1, la alguacil...
Su voz temblorosa delató su sospecha de que me encarcelarían por robo o que siempre supo que hablaba con una criminal peligrosa. Yo, por supuesto, tenía la conciencia mucho más limpia como para pensar en eso.
La llamada me pareció extraña; sí. Pero pensé que podría ser cualquier "pshyco" conocido o un amigo que me gastaba una broma. ¿O será que a mi hermano le pasó algo? ¿Mi papá habrá chocado? Bueno, decidí contestar. ¿Qué puede pasar?
¿Saben cuál fue mi peor delito...?
Votar en las pasadas elecciones...
La alguacil me estaba citando para comparecer como candidata a jurado.
Es aquí cuando comienza mi historia...
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