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jueves, 24 de abril de 2008

Crónica de un día en corte (Parte III)


De camino a Bayamón


La tarjeta nunca pasó: no tenía ni un centavo. En algún momento cambié la tarjeta con dinero por la otra del concierto. Así que, resignada, compré otra.
Me monté en el tren: ya eran las 8:25 a. m.. Sólo tenía cinco minutos para llegar. De camino pensaba en todas las excusas que podría inventarme: "Odio la Justicia; matar es liberar el alma; mi papá fue asesinado en el 1980, antes de yo nacer, y estoy traumatizada por eso. "¿Les diré lo de la tesis? ¿A quién le va a importar que yo tenga que hacer algo en Semana Santa?", pensaba.


Finalmente, el tren se detuvo justo a las 8:30, justo a la entrada del Tribunal de Bayamón. Vamos a ver lo que me espera ahora...


El secuestro


Era la única persona del ascensor que iría al octavo piso, el último del tribunal. "Qué bueno. No hay nadie", susurré. "Creo que podré salir más temprano".


Cuando doblé el pasillo, me topé con el espectáculo: había más de cuarenta personas que hablablan al unísono: señores de todas las edades, jóvenes profesionales, señoras con sus esposos enfermos, mujeres en muletas y hasta una mujer policía y una enfermera. Todos citados para el mismo caso; todos víctimas de un secuestro de medio día (o al menos, eso creía yo).

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