Hace poco más de un año comencé una tesis de maestría. No puedo decir que fue una época dura, porque mentiría. En mi vida he vivido momentos de mayor tensión. Esta vez me sentía tranquila, feliz; estaba haciendo lo que me gustaba y para lo que había estudiado.
Hoy, hace apenas unas horas, puse el último punto de un trabajo que me requirió tiempo, esfuerzo y mucha disciplina, exigencias que debo admitir no cumplí siempre. Tuve tiempo para salir, despejar mi mente de la rutina, de libros y hasta hubo momentos de sosiego o "retiros académicos", como los llamé.
Alrededor, siempre tuve apoyo y confianza en mi trabajo. Creo que, al final del camino, el resultado fue mejor de lo que pude haber imaginado.
Hoy, aprovecho para darles las gracias a mis amigos, como si estuviera en plena presentación del proyecto, y es que no puedo esperar hasta que llegue ese día. Realmente, sus buenos deseos fueron un gran impulso. Gracias por aguantar mis anécdotas, por leer mis entrevistas y por escuchar por horas las grabaciones de ellas.
Los veo ese día. ¡A celebrar (como siempre)!
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