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lunes, 12 de octubre de 2009

No se puede reescribir la historia

Puerto Rico lleva más de cuatro décadas acudiendo a las elecciones a escoger entre dos partidos que cada vez se parecen más. Cada cuatro años nos dejan un legado de desesperanza, corrupción y mal gobierno. Cuando la frustración y el desencanto alcanzan su nivel supremo, sustituimos el partido gobernante por el que nos gobernó antes, con iguales resultados. Así nos pasamos la vida entre los malos y los peores. Hasta ahora, estos dos habían tenido que moderar sus desenfrenos, porque existían dos legisladores de un tercer partido que eran nuestros vigilantes y un freno a sus desmanes. Eso, por motivos incomprensibles, ya no es así.

Para colmo de males, surgió un cuarto partido, tan incompleto, que carecía de ideología, era amorfo y disparatero. En él cabía un “ambientalista”, que nunca nadie vio en Vieques ni en ninguna lucha importante en defensa del ambiente. También había un “marine”. Sí, los mismos que bombardeaban en la Isla Nena y que perpetúan hoy el genocidio como norma de vida. Con la misma velocidad que el partido se infló, se desinfló.

Lo más triste y lastimoso es ver cómo algunos independentistas de “línea dura” han depositado su fe plena para defender nuestra lucha patriótica en figuras como Sila María Calderón, Acevedo Vilá y hasta en algunos vociferantes personeros de poca monta dentro del PPD, que no vale la pena mencionar.

Mientras toda esta lastimosa historia ocurre, hay un instrumento de lucha que lleva 62 años de constancia, consecuencia y verticalidad en contra de enemigos gratuitos, víctimas de su propia frustración y en contra de otros que no son tan gratuitos.

Los que quieran desacreditar al instrumento de lucha que ha sido el PIP tendrán que volver a escribir la historia, u ocultarla. El trabajo legislativo de excelencia realizado a lo largo de 62 años le da en la cara a cada falso analista. La labor realizada a favor de las comunidades, en la calle, en los foros internacionales y en cada brazo que se alza para defender al pueblo no lo pueden cambiar los mentirosos de turno que sirven a intereses que todos conocemos.

A varios meses de terminado el proceso eleccionario, la interrogante es la misma de siempre: ¿nos rendimos ante la cultura de la corrupción y el mantengo, o nos levantamos con más determinación hasta conseguir la victoria del pueblo? Yo sé la respuesta y tú también la sabes. “La vida es lucha toda”. ¡A la lucha y a la victoria!

sábado, 3 de octubre de 2009

Ojalá